La selección olímpica española tras su exitosa participación en Amberes, donde se estrenó conquistando la medalla de plata en la final de consolación ante Holanda, no estuvo a la altura en los dos siguientes Juegos Olímpicos, cayendo en primera fase y cuartos de final en París y Ámsterdam en 1924 y 1928 respectivamente.
Tras siete ediciones sin participación española regresaron en México 1968 perdiendo en octavos de final y, tanto en Montreal 1976 como Moscú 1980 no lograron pasar de la fase de grupos.

España no estuvo presente en las ediciones de 1984 ni 1988 y encaraba los Juegos Olímpicos de 1992, los únicos celebrados en su tierra hasta el momento, con una tremenda ilusión por hacer algo grande y quitarse la espinita de la no participación en la última Eurocopa, que supuso la destitución de Luis Suárez como seleccionador.
Como novedad aquel torneo olímpico fue el primero en el que se permitió la participación de futbolistas profesionales de todos los países, con la limitación de un máximo de tres jugadores mayores de 23 años.
El grupo de jóvenes talentos conformado por el nuevo técnico Vicente Miera fue bautizado como “La Quinta de Cobi” en honor a la mascota de aquel certamen olímpico.

Un camino impoluto
Antes de iniciar el torneo el técnico cántabro quiso concentrara al grupo en Cervera de Pisuerga (Palencia), lejos del jolgorio que se vivía en Barcelona. Además fue pionero introduciendo psicólogos en el equipo para trabajar el aspecto mental. Y la táctica funcionó.
El combinado español jugó los tres partidos de la fase de grupos en el Luis Casanova y, contó sus duelos por victorias. 4-0 ante Colombia, 2-0 frente a Egipto e idéntico resultado contra Catar.
Una gran primera fase sin encajar gol que disparó la euforia entre los aficionados. Más aún cuando doblegaron a Italia por la mínima e hicieron lo propio ante Ghana también en tierras valencianas para plantarse en su primera final olímpica.

La cita fue en el Camp Nou el 8 de agosto de 1992. Aquella histórica tarde el seleccionador Vicente Miera alineó de inicio a Toni, Ferrer, Lasa, Solozábal, López, Abelardo, Berges, Guardiola, Luis Enrique, Kiko y Alfonso.
El rival era Polonia, que en todo el torneo solo había cedido un empate ante Estados Unidos en la fase de grupos.
Al borde del descanso Wojciech Kowalczyk se encargó de rebajar la euforia local adelantando a los suyos aprovechando un grave error en la zaga española.
Los anfitriones lo intentaron sin éxito hasta que Abelardo de cabeza en el 65’ logró la igualada y Kiko en el 72’ puso el 2-1. Ryszard Staniek se encargó de aplacar la euforia una vez más igualando la contienda solo cuatro minutos más tarde.
Éxtasis en el Camp Nou
España dominaba y generaba ocasiones, pero los polacos llevaban mucho peligro en las contras a la portería de Toni.
El encuentro parecía abocado a la prórroga cuando emergió el héroe gaditano en el coliseo blaugrana. El reloj señalaba las 21:45 en una noche barcelonesa que quedó para la posteridad.
Tras una jugada muy elaborada con combinaciones de una a otra banda tratando de abrir la defensa polaca, un zaguero desvió a córner un centro de Luis Enrique. A la salida del saque de esquina Kiko cazó el balón en la frontal del área pequeña y batió por alto al meta polaco desatando el delirio en el Camp Nou. La selección española de fútbol conquistó así su primer y único oro hasta la fecha.
El campeonato empezó torcido por las infructuosas negociaciones con la RFEF a causa de las primas, que llevó a los jugadores a renunciar a cobrar y seguidamente hubo otro jaleo con la asistencia a la ceremonia de apertura. Pese a todo los futbolistas españoles dieron el do de pecho sobre el terreno de juego y se colgaron el oro. Toda una generación pudo por fin ver ganar a su selección.
