La noche de autos fue el 18 de octubre de 2013. Sobre el césped del Rhein-Neckar-Arena se midieron TSG 1899 Hoffenheim y Bayer Leverkusen en la novena jornada de la Bundesliga.
Sidney Sam adelantó a los visitantes en la primera parte y Stefan Kiessling (máximo goleador del campeonato la temporada anterior) marcó el segundo en el minuto 70. Bueno lo de marcó es un decir porque no fue gol.
Su remate de cabeza a la salida de un saque de esquina tocó el lateral de la red pero había un agujero en ella y terminó dentro. El asistente no debió revisarlas muy exhaustivamente antes de comenzar el choque.
Si os fijáis Kiessling no hace ni amago de celebración, es más se dio la vuelta nada más rematar a sabiendas que el balón iba fuera. Para sorpresa de todos Felix Brych señaló el centro del campo sin dudar. Sorpresa de los visitantes y cabreo monumental de los futbolistas del Hoffenheim. Como no podía ser de otra manera.
El colegiado se mantuvo firme y no cedió ante sus airadas protestas. Tampoco poco después cuando él mismo se percató del agujero en la red.
A dos minutos para el final Sven Schipplock recortó distancias, pero el tanto de Kiessling dio la victoria al Bayer Leverkusen, que se colocó como líder provisional de la Bundesliga. Su director deportivo Rudi Völler declaró sentirse avergonzado por ganar de aquella manera.
Lío institucional
Las protestas del Hoffenheim continuaron fuera del terreno de juego y el caso es que existía un precedente en el campeonato alemán. En 1994 el árbitro dio validez a un gol inexistente de Thomas Helmer que significó la victoria del Bayern de Múnich ante el FC Núremberg.
La organización rectificó la decisión errónea del trencilla y se repitió el encuentro. El Hoffenheim pensó que aquel precedente sentaba jurisprudencia y sus suplicas serían escuchadas. Nada más lejos de la realidad