A pesar de que en sus vitrinas solo exhibe un trofeo, de la ya extinta Copa Internacional de Europa Central (1931-1932), la selección austriaca tuvo su momento de gloria y estuvo entre los mejores equipos del mundo.
Su etapa más dulce coincide con el final del periodo denominado de “entreguerras” y su destino estuvo siempre amargamente marcado por los devenires políticos en aquella Europa repleta de conflictos.
El reinado austriaco
La irrupción del “Wunderteam” (equipo maravilla) sucede al comienzo de la década de 1930. Pese a ser una de las favoritas, no participó en el primer Mundial, celebrado en Uruguay, por una decisión política. La mayoría de combinados del Viejo Continente rechazaron la invitación al torneo por el largo viaje.
Aquel combinado dirigido por el legendario Hugo Meisl, practicaba una versión primitiva de lo que más tarde se denominó “futbol total”.
Introdujo cambios tácticos revolucionarios como los laterales largos que se incorporaban al ataque y comenzó a utilizar la figura del mediapunta. Su juego se asemejaba al fútbol que practicaban por entonces los escoceses, tremendamente vertical y basado en transiciones muy rápidas.
El Wunderteam fue autentico equipazo plagado de estrellas como Karl Sesta, Franz Wagner, Josef Bican, Karl Zischek, Johann Horvath o Rudolf Viertl, en el que Matthias Sindelar era la guinda del pastel.
El Hombre de Papel
El capitán y estrella de la llamada «Orquesta del Danubio», apodado Der Papierene («El Hombre de Papel»), medía 1,80 y pesaba apenas 60 kilogramos, que movía con ligereza y elegancia por el terreno de juego. Capaz de «colarse» entre los rivales con pasmosa facilidad, no había espacio que se le resistiese.
Aquel equipo enlazó 14 partidos consecutivos sin conocer la derrota. Cifra que puede no impactar hoy en día, pero hay que tener en cuenta la escasez de partidos internacionales que se disputaban en esa época.
Sin premio
En 1934 participaron por primera vez en la Copa del Mundo, en una edición que Benito Mussolini organizó para su mayor gloria. Austria era una de las grandes favoritas pues desde 1931 tan solo había concedido dos derrotas.
Tras eliminar a Francia y Hungría tuvo la desgracia de cruzarse con la anfitriona en semifinales y, jugar contra la «azzurra» en aquel mundial era mucho más que un 11 vs 11 sobre el terreno de juego
Los italianos se impusieron 1-0 con un polémico gol por una más que posible falta al portero austriaco Rudolf Hiden.
Aquellas ayudas arbitrales no fueron una excepción y si no que se lo digan a los españoles que las padecieron en cuartos de final en la conocida como “Batalla de Florencia”.
Entre los méritos austriacos destacan varías victorias abultadas como el 5-0 a Escocia, un 0-6 en Berlín a la Alemania Nazi y 5-0 en la vuelta en Viena. Amos resultados escocieron especialmente en la cancillería del Tercer Reich.
Además golearon a Suiza, Suecia, Francia, Italia y Bélgica con actuaciones estelares de Matthias Sindelar.
Sin duda su mejor partido fue frente a la poderosa Hungría, rival predilecto debió a su pertenencia al extinto Imperio Austrohúngaro. El Wunderteam venció 8-2 y Matthias Sindelar fue una pesadilla para los magiares, marcando tres goles y dando 5 asistencias.
Cuando esa gran generación de austriacos comandados por «El Hombre de Papel» tenía su última gran oportunidad de conquistar un gran título todo se vino abajo.
Sin patria ni bandera
En 1938 la tercera edición del Mundial se celebró en Francia y Austria era de nuevo candidata al título, pero la anexión a la Alemania Nazi frustro su participación.
El conocido como Anschluss futbolísticamente se tradujo en la integración de los equipos austriacos a la Gauliga alemana y la prohibición de todos los equipos judíos.
Para el FK Austria Viena, el equipo en el que jugaba Matthias Sindelar, significó prácticamente su desaparición, ya que, era un equipo considerado judío. El presidente del club tuvo que huir del país, así como algunos jugadores. Otra parte fue llamada a filas y terminó en el frente.
Algo similar sucedió con la selección y muchos austríacos pasaron a engrosar la selección alemana. Matthias Sindelar se negó en rotundo, supuestamente por su ascendencia judía, aunque él era católico.
El hombre que retó al III Reich
Si disputó el llamado «partido por la paz», entre la selección alemana. y el denominado XI de Austria con intención de rebajar la tensión con los germanófobos austriacos.
La primera parte finalizó 0-0 y Matthias Sindelar falló varias ocasiones, los amantes de la conspiración dicen que estaba amenazado.
Sin embargo, si marcó en la segunda mitad y lo mismo hizo su compatriota Sesta, con quien celebró el gol de forma especialmente provocativa frente al palco de autoridades, plagado de nazis.
Irreductibles austriacos
A pesar de haber nacido en Moravia, en la actual República Checa, se crio en Viena y siempre se consideró austriaco, pero en ningún caso alemán.
Un claro ejemplo de esa habilidad austriaca de nacionalizar o desnacionalizar según su interés. Del mismo modo que mucha gente piensa que Beethoven era austriaco y Hitler alemán, siendo justo al contrario.
El Mozart del fútbol siempre se declaró socialdemócrata y “lucho” a su manera contra el Tercer Reich. Menos de un año después de la anexión, vigilado por la Gestapo, había abandonado por completo la vida pública y vivía aislado y deprimido.
El 23 de enero de 1939 fue encontrado muerto en su cama junto a su novia Camilla Castagnola, sin aparentes signos de violencia, pero con un fuerte olor a gas. La versión oficial habló de suicidio. En los mentideros de Viena la versión era bien distinta, aunque no pudiesen decirlo muy alto.
A día de hoy sigue sin resolverse el misterio, continúa la sombra de la participación nazi en su muerte al considerarlo un elemento subversivo, mientras que otras fuentes mantienen que fue un accidente doméstico.
Ni siquiera el miedo evitó que más de 15.000 personas acudieran a darle el último adiós a Matthias Sindelar, el futbolista que retó a Hitler.