Se convirtieron en una necesidad tras un bronco partido entre Chile e Italia en 1962 rebautizado como la “Batalla de Santiago”, pero sobre todo tras la polémica expulsión de Rudolf Kreitlein a Antonio Ubaldo Rattín en el duelo de cuartos de final de la siguiente edición entre Inglaterra y Argentina.
Hasta entonces las expulsiones eran de forma verbal, generando una enorme confusión entre los propios futbolistas, ya que, muchos desconocían cuándo habían sido amonestados y, no dejando demasiado claro cual era el criterio de cada árbitro.
A esto se le sumaba que el público también desconocía cuándo un jugador había sido amonestado por primera vez, creando tremendas confusiones.
Ken Aston, una vez retirado del arbitraje, tuvo la ocurrencia de introducir las tarjetas, amarilla para la amonestación y roja para la expulsión. Contó que la idea se le ocurrió tras detenerse con su coche frente a un semáforo. Al llegar a casa se lo contó a su mujer, que recortó unas cartulinas de dichos colores. Y así empezó todo
Tras múltiples pruebas empezaron a utilizarse de forma oficial en la Copa del Mundo de 1970. El jugador soviético Kakhi Asatiani fue el primero en ver la amarilla y, cuatro años después el delantero chileno Carlos Caszely se convirtió en el primer expulsado con una tarjeta roja.
Singularidad a la española
En España se instauraron mediada la temporada 1970-1971 con una particularidad, en lugar de amarillas, inicialmente hubo tarjetas blancas y rojas.
El 24 de enero de 1971 el trencilla Diego Balaguer García mostró la primera tarjeta blanca a un joven Enrique Castro “Quini” por protestar en el duelo que enfrentó a RCD Espanyol y Sporting de Gijón en Sarriá.
Las tarjetas blancas permanecieron en el fútbol español hasta 1976, cuando se igualó al reglamente internacional y, el motivo de su utilización fue la televisión. La imagen era aún en blanco y negro, haciendo que las amarillas pareciesen blancas, por lo que utilizaron dicho color para diferenciarlas correctamente.
¿Vuelta a las tarjetas blancas?
Michel Platini durante su mandato en la UEFA propuso establecer las tarjetas blancas como una forma de expulsar temporalmente (10 minutos) a un futbolista, al más puro estilo de las exclusiones en balonmano. Según el francés sería una medida efectiva para reducir las protestas durante los partidos
Esta idea fue desestimada por la FIFA, que no mucho después propuso la implantación de las tarjetas naranjas, para esas acciones a medio camino entre la amarilla y la roja, que también acarrearían una sanción temporal…..Cuando el diablo no tiene qué hacer, mata moscas con el rabo…