Dejó grandes destellos de su calidad en todos los clubes por los que pasó, Argentinos Juniors, Boca Juniors, FC Barcelona, Sevilla FC y Newell’s, pero donde consiguió ser regular durante más tiempo fue en Nápoles.
A los pocos meses de aterrizar en Italia cuajó una de las mejores actuaciones que se le recuerdan en su paso por el Calcio. Fue un 24 de febrero de 1985 ante la SS Lazio y con un San Paolo (que ahora lleva su nombre) rendido a sus pies.
Aquel día los locales derrotaron 4-0 a los “biancocelesti” gracias a un hat trick del “10” y un gol en propia puerta de Daniele Filisetti.
Fue una segunda parte espectacular en la que Maradona consiguió el único gol olímpico de su carrera.
Aquel fue su tercer tanto de la tarde, antes ya había batido en dos ocasiones a Fernando Orsi: el primero definiendo a la perfección y el segundo con una vaselina primorosa.
La última obra de arte de aquel día llegó en el minuto 87. Estaba pletórico. “El Pelusa” no se lo pensó dos veces y sorprendió a propios extraños con un gol olímpico que no pudo volver a repetir en su exitosa carrera como profesional.
Le imprimió a la pelota un efecto endiablado que hizo que esta se colase junto al primer palo ante el intento desesperado del guardameta rival por evitarlo.