En 1982 se convirtió en la peor anfitriona en la historia de la Copa del Mundo en un torneo en el que solo fueron capaces de ganar a Yugoslavia gracias a un polémico penalti.
Todo empezó a torcerse desde el estreno. El 16 de junio de 1982 el Luis Casanova fue el escenario de “El Hondurazo”, en el que la anfitriona no pudo pasar del empate ante una debutante en el torneo.
Los prolegómenos habían estado cargados de polémica. Líos con el juego del equipo, las ausencias en las convocatoria, el lugar de concentración e incluso hasta con las medias de Arconada.
El pésimo debut fue un acicate más para que todo el país se echase encima de una selección española que dejó de ilusionar a las primeras de cambio en el que estaba destinado a ser su torneo.
Si alguien pensó que iba a ocurrir algo parecido a lo sucedido un día antes en el Martínez Valero entre Hungría y El Salvador, se equivocó de cabo a rabo.
La primera en la frente
Ya desde el himno los españoles parecían despistados y a los 7 minutos Héctor Zelaya enmudeció el coliseo valencianista aprovechando un error de bulto de la zaga para abrir el marcador.
Desde ahí hasta el final del choque fue un quiero y no puedo de la anfitriona, que salvó un punto gracias a un dudoso penalti transformado por López Ufarte en la segunda mitad. El resto de tentativas fueron desbaratadas una y otra vez por el muro de “Los Catrachos”.
Ganaron en la segunda jornada a Yugoslavia y cayeron ante Irlanda del Norte por la mínima con el tanto de Gerry Armstrong.
Pese a los pobres resultados se metieron en la segunda fase de grupos, en la que siguieron en caída libre perdiendo primero contra Alemania y empatando a nada con Inglaterra para convertirse en la peor anfitriona en la historia de la Copa del Mundo, solo superada por la paupérrima actuación de Sudáfrica, que no pasó de la fase de grupos en 2010.
Locura por los hondureños en la Liga Española
Tras “El Hondurazo” los ojeadores de los equipos españoles se interesaron por los futbolistas de este país de Centroamérica. Hasta seis jugadores que integraban aquella selección recalaron en equipos de la Liga.
El guardameta Julio César “Tile” Arzú llegó al Racing de Santander, que pagó 3,5 millones de las antiguas pesetas para hacerse con los servicios del portero que lo paró todo en aquel España vs Honduras.
En tierras cántabras no tuvo tanta suerte, en su única temporada allí apenas jugó 10 encuentros en los que encajó la friolera de 19 goles y perdió su puesto en favor de Pedro Alba.
Ese mismo verano Allan Anthony Costly llegó a Málaga. Apenas jugó 6 partidos. Verse más “desprotegido” en la zaga malacitana le restó ese poderío defensivo que mostró con su selección durante la Copa del Mundo y tras una campaña regresó a Honduras.
Héctor “Pecho de Águila” Zelaya, el autor del primer gol de Honduras en una Copa del Mundo, abandonó su querido Club Deportivo Motagua, en el que jugó la mayor parte de su carrera deportiva para vestir la camiseta del Deportivo de La Coruña, pero una lesión le impidió debutar con los blanquiazules y regresó al club de sus amores, donde colgó las botas un año después.
Ramón Enrique “Primitivo” Madariaga, considerado uno de los futbolistas más talentosos de aquella generación tampoco tuvo suerte en el CD Tenerife.
Casos opuestos fueron los de Gilberto Yearwood, que ya estaba en el fútbol español desde 1977 y que vistió la camiseta de Elche CF, Real Valladolid, CD Tenerife y Celta de Vigo.
Especialmente exitoso fue el paso por España, concretamente por el Real Murcia, de José Roberto “El Macho” Figueroa, que se convirtió en leyenda del equipo pimentonero y a día de hoy sigue siendo su máximo goleador en Primera División.