En una época en la que predomina el fútbol de toque, los zagueros de siempre han pasado a un segundo plano y, puede que estén en serio peligro de extinción.
Los centrales al alza en el fútbol actual son esos con visión de juego y buen desplazamiento de balón, los que saben “sacar el balón jugado”.
En tiempos esto no era así, aunque de estos siempre hubo, el central estándar era tosco, con escasas o inexistentes dotes creativas, casi siempre con bigote y si podía ser bruto, o mejor muy, muy bruto. Se valoraba especialmente su contundencia.
Un “patas” vamos. ¿Balón jugado desde atrás? ¡Eso son milongas hombre!
Podemos encontrar multitud de imágenes de auténticos carniceros o matarifes del mundo del fútbol, cuando no había 300.000 cámaras vigilándolo todo y los árbitros eran mucho más permisivos.
En su momento nuestro protagonista fue uno de esos “villanos” a los que la prensa persiguió hasta la saciedad y en la actualidad pediría para él cadena perpetua (o prisión permanente revisable). Soldados de los que no hacen prisioneros. Como hemos cambiado…
Nacido en Alonsótegui en 1956 comenzó su carrera en las categorías inferiores del Athletic Club, y allí pasó la mayor parte de su carrera (1975-1987).
Un «león» de nacimiento
Su mala fama comienza con la lesión de Schuster en 1981, que mantendría al alemán fuera del césped un año y que le costó perderse el Mundial de Naranjito. La afición y el conjunto blaugrana no olvidarían este “ataque”.
El 24 de septiembre de 1983 durante el partido de Liga que enfrentó a Athletic y FC Barcelona, se medían en la Ciudad Condal el vigente campeón de Copa y ante el vencedor de la última Liga.
Aquel Athletic entrenado por Javier Clemente, no destacaba precisamente por el toque y la posesión, aunque hay que reconocer que era tremendamente efectivo.
De aquella mítica plantilla se recuerdan nombres como Zubizarreta, Julio Salinas, su hermano Patxi, Andrinua, Andoni Cedrún, De La Fuente o el mítico Dani en el ocaso de su carrera.
En aquellos momentos el fútbol vasco, no solo el Athletic, también la Real Sociedad, dominaban el panorama nacional.
El Barcelona había cambiado de técnico esa temporada apostando por un fútbol más vistoso, la antítesis de los bilbotarras.
Contaban con hombres como el propio Schuster, Maradona, Marcos Alonso, Periko Alonso (padre de Xabi), Migueli, Víctor Muñoz, «Lobo» Carrasco, Julio Alberto (cómplice habitual en los excesos de Maradona) o Alexanko.
Una entrada que marcó su carrera
Los locales ganaban cómodamente cuando Schuster realizó una dura entrada sobre Goikoetxea que no fue sancionada, mientras el publico coreó el nombre del alemán, avivando el fuego de viejas rencillas.
El fortísimo defensa bilbaíno venía ya picado por el resultado y esa fue la gota que colmó el vaso. Maradona bajó al medio campo para recibir el balón y el «5» del Athletic intervino…
El Camp Nou se sumió en el más absoluto silencio. Maradona dijo de entonces que había oído como una madera romperse, ¡y tanto!.
El colegiado sancionó la entrada con tarjeta amarilla y Migueli sólo consiguió otra para él por pedir reiteradamente un castigo más duro para Goikoetxea.
El impacto le fracturó el peroné y se llevó por delante el ligamento del tobillo, por lo que pasó 4 meses en el dique seco. El autor siempre reconoció que fue una entrada alocada, con más corazón que cabeza, pero sin mala intención.
El entrenador culé, Menotti, declaró tras el partido: “Quizá tenga que morirse alguien en el fútbol para que esto cambie”. El Athletic tuvo que salir escoltado del estadio y hubo un conato de asalto a su hotel.
Desde entonces, la presa sensacionalista inglesa, le apodó como “El Carnicero de Bilbao”. Se vio sometido a una presión mediática sin parangón.
Según se dice, como parte de la leyenda, en el equipo de Clemente no jugabas si no pegabas. El central vasco fue sancionado con 18 partidos de Liga. Que finalmente fueron reducidos a 10.
Cara y cruz para «Goiko»
Goikoetxea vivió en la misma semana el día más triste de su carrera deportiva y si no el más feliz, uno de los más felices.
Cuatro días después de la terrible lesión de Maradona, disputó la vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa de Europa en La Catedral, el mismo día que conoció la sanción. En el vestuario no conocieron el veredicto hasta finalizar el encuentro.
Esa noche Goikoetxea marcó el gol que inició la remontada ante el Lech Poznan, con una afición entregada salió del campo a hombros y entre vítores.
Para la historia quedan las botas que estrenó ese 24 de septiembre y que se volvió a calzar por última vez el 28 de ese mes. Hoy conservadas en una urna de cristal y recuerdo de la cara y la cruz de su carrera.
La batalla del Bernabéu
Ambos equipos se vieron las caras meses después en la final de la Copa del Rey, en la como la «Batalla del Bernabéu«. Los vascos se adelantaron en el minuto 14 por medio de Endika y el 1-0 se mantuvo hasta el pitido final. La tensión acumulada estalló en una lamentable pelea multitudinaria.
Ante aquel dantesco panorama el colegiado salió huyendo, pero el Comité de Apelación actuó de oficio castigando a los implicados.
Migueli, Maradora y Clos por los barcelonistas, Goikoetxea, Sarabia y de Andrés por los rojiblancos, fueron sancionados con 3 meses sin jugar, ni amistosos.
Eso sí, comenzaba después de vacaciones y no incluía partidos con la selección española. Finalmente, Maradona fue traspasado al Nápoles, este fue su último partido como culé y el resto se benefició de una amnistía. Goikoetxea fue expulsado en la primera jornada de la siguiente temporada.
Permaneció en el Athletic hasta 1987. Con 31 años y hasta su retirada, tres temporadas después, continuó vistiendo de rojiblanco, pero a orillas del Manzanares.
Un comentario
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