Su imagen imborrable se asocia a la de esos defensas de otra época.
En su caso, cumplía el canon a rajatabla, bruto, muy bruto y con bigote.
Nacido en Maliaño en 1957, no tardó en recalar en el club por excelencia de Cantabria, el Racing.
Cántabro de cuna, rojiblanco de corazón
Con 18 años debutó en 1ª con el Racing de Santander y con 19 era ya el líder de la zaga.
En su 2ª temporada salvaron la categoría, marcó 2 goles y Santander se le quedó pequeño.
Allí coincidió con Quique Setién o Marcos Alonso, otros futuros rojiblancos.
En 1978, con solo 21 años aterrizó en el Vicente Calderón.
Gracias a su fuerza y entrega no tardó en ganarse el corazón de la parroquia colchonera.
Aunque siempre será más recordado por su contundencia que por su técnica, le apodaron Artechebauer.
La verdad es que el Atlético de Madrid le venía como un traje a medida.
Arteche era un jugador rudo, grande(1,88m) y fuerte, muy fuerte.
Además, no hacía prisioneros y esa fama de leñero, despertaba respeto y temor a partes iguales en el gremio.
Se cuenta que su contundencia llegó a raíz de un lance del juego, cuando un rival le fracturó la nariz, siendo aun adolescente.
Con el Atlético de Madrid ganó la copa del Rey(84-85)y la Supercopa de ese año.
Incluso llegaron a disputar la final de la Recopa, pero cayeron ante el mejor Dinamo de Kiev de la historia.
A día de hoy sigue siendo el 4º jugador que más partidos ha vestido la elástica rojiblanca 308, solo por detrás del Adelardo, Tomás Reñones y Collar.
En sus 11 temporadas compartió zaga con míticos como Luis Pereira, Miguel Ángel Ruiz o Andoni Goikoetxea.
Pero tras una carrera ejemplar tuvo una salida para olvidar.
Todo se rompió
En junio de 1988 Futre dio la presidencia del club a Jesús Gil.
Una de las primeras medidas al poco de llegar Gil fue suspender de empleo y sueldo a Quique Ramos, Quique Setien, Landáburu y Arteche.
Para ello alegó bajo rendimiento y haber hecho manifestaciones contra el nuevo presidente.
Arteche se presentó al día siguiente a entrenar pero no le permitieron el acceso.
Los tres tomaron medidas legales.
Partido en los juzgados
La reacción de Gil no se hizo esperar.
El nuevo presidente contraatacó en los medios acusando de malos profesionales a los jugadores suspendidos.
De Setien dijo que vivir solo le perjudicaba, frecuentaba discotecas con mujeres de forma ostentosa y estaba más preocupado de su negocio de bebidas que de jugar.
De Quique Ramos dijo que era un caprichoso y tenía conducta obstruccionista.
De Arteche dijo que fumaba demasiado y se dedicaba en exceso a la marca a la que representaba.
Arteche fue representante de marcas deportivas como Spalding o Luanvi.
Al estar suspendidos de empleo y sueldo el club tampoco permitía su salida y reclamaba compensación por sus ventas.
Lo cierto es que Gil había tratado de modificar algunas cláusulas económicas de sus contrato y Arteche no tragó.
El club cifró la salida de Arteche en 500 millones de pesetas, Landaburu 250 y Setien 120.
Los jugadores reclamaban 30 millones de pesetas que se les adeudaban.
El caso estaba en magistratrura, que cierra en agosto por vacaciones, por lo que habría que esperar por lo menos a septiembre.
Por recomendación del cuerpo técnico y otros estamentos del club, Gil reculó.
Ofreció a Arteche la reconciliación y su vuelta al equipo, siempre y cuando se comportase.
Arteche pidió que se respetaran sus condiciones económicas.
Llegado el acuerdo Arteche volvió al equipo y hasta fue titular en 2 de los 3 primeros encuentros de liga.
No fue la paz, solo una tregua
Pero llegado octubre todo se rompió.
Arteche entro en el programa de Supergarcía y fue entrevistado en antena.
Por aquel entonces, Supergarcía, mantenía una guerra con Jesús Gil.
Aunque esta solo era una de tantas guerras de Supergarcía a las que tenía acostumbrada a su audiencia, Gil no lo toleró.
Al día siguiente Gil y Arteche se enfrentaron en la Rosaleda.
Gil le negó la mano, le llamó indigno y le dijo que no volvería a vestir la camiseta del Atlético de Madrid.
Su despido formal se le entregó poco después en su domicilio.
Arteche volvió a los tribunales y poco a poco, como los otros 3 todos, fueron ganando los juicios.
En el cielo rojiblanco
Arteche no volvería a jugar como pronostico Gil, pero porque no quiso, se retiró con 32 pero nunca dejo de ser socio del Atlético de Madrid.
Nunca faltó a su localidad y se cuenta que llevó el himno como tono del móvil hasta sus últimos días.
En 2010, tristemente dejaba este mundo a consecuencia de un cáncer de riñón.
A pesar de todo, su idilio con el Atlético nunca acabó y hoy día sigue siendo alguien queridísimo entre la parroquia rojiblanca.