Nacido en 1962 y llegó al Real Madrid sin mucho ruido.
Su fichaje anunciado en pleno julio de 1991 una noche de domingo.
A priori con menor reconocimiento internacional que Predrag Spasic, a quien venía a sustituir.
Su aval fue el subcampeonato de Copa América, en la que fue el mejor jugador de la canarinha.
Llegó sin hacer mucho ruido
Era un central de los de antes, tosco, fuerte y muy contundente, aunque lo raro es que tenía cierto criterio con el balón.
Le apodaban el Sheriff, consecuencia a partes iguales de ese bigotón y del respeto que generaba entre los delanteros rivales.
Era un central valiente y expeditivo, algunos dirían temerario, lo que se tradujo en un alto porcentaje de tarjetas.
Sus partidarios le comparaban con el mítico Goyo Benito y no solo es que fuera fiero, también lo aparentaba.
“La sonrisa es un lujo que no está al alcance de un defensa central” Ricardo Rocha.
No tuvo mucha suerte
Pero a pesar de sus muy buenas condiciones no triunfó en el Real Madrid.
Su rendimiento estuvo marcado por los éxitos colectivos del club, pero sobre todo por tres momentos puntuales.
En sus 2 temporadas de blanco tuvo la mala fortuna de marcarse 3 goles en propia meta, a cada cual con peores consecuencias.
El primero de ellos fue en durante su primera temporada, durante las semifinales de la UEFA frente al Torino.
Concretamente en abril de 1992.
Los blancos perdieron 1-0 y fueron apeados de la competición.
Por la puerta de atrás
Ese mismo año, pero durante el último partido de liga frente al Tenerife.
Rocha puso el 2-2 al errar un despeje e introducirlo dentro de la meta de Paco Buyo.
Los blancos perderían 3-2 y se dejarían la primera liga de Tenerife.
A la temporada siguiente, en octubre de 1992, el Real Madrid iba ganando de nuevo 0-2, aunque esta vez en Riazor.
Bebeto igualó el resultado con sendos goles.
En el minuto 80´ Rocha introducía el balón en las mallas intentando despezar de cabeza un centro lateral.
Con ese historial su continuidad en el equipo merengue se hizo muy complicada y acabó saliendo de vuelta a Brasil.
La verdad es que se lo puso en bandeja a Benito Floro, que ya venía dudando de él y esto facilitó su salida.
Allí tuvo más suerte y en 1994 levantaba la copa de campeón del mundo con la verdeamerela.