La primera patente, de un fabricante de balones, es casi tan antigua como el propio fútbol y data de 1885. La gran novedad fue añadir caucho a los guantes para mejorar su adherencia. Pero la idea fue un fracaso absoluto.
Aunque hay imágenes de Ricardo Zamora con guantes en los años 30, no se le atribuye a él su regreso a las campos de fútbol.
Todas las modas vuelven
No está muy claro quién popularizó la costumbre de los guantes para porteros, pero muchas fuentes le atribuyen el mérito al argentino Amadeo Carrizo “Tarzán”. Ni que decir tiene que no se parecían en nada a los actuales, empezando porque eran de algodón.
Fue portero de River Plate durante más de dos décadas, presidente de honor del club y gracias a él se reconoció el día del portero argentino.
Esta vez Europa fue a la cola de América y hubo que esperar hasta la década de 1950 para ver unos guantes en un campo de fútbol, concretamente en Escocia, en un duelo entre Airdrieonians FC y el Celtic de Glasgow disputado en 1952.
Una figura fundamental para su popularización fue Gordon Banks, principalmente por sus grandes actuaciones con la selección de los tres leones, siendo uno de los grandes protagonistas del título mundial inglés en 1966. Y, por supuesto con guantes bajo palos.
Fue en aquel momento cuando el empresario William Sykes los rescató combinando cuero y goma. La «paternidad» de los guantes tal y como los conocemos en la actualidad se le atribuye al gran Sepp Maier y la marca germana Reusch, ligada desde entonces a la fabricación de este producto.
El éxito es la mejor publicidad
Los del laureado portero teutón fueron toda una novedad buscando la mayor adherencia del balón, aumentar todo lo posible el tamaño de las manos, hechos a medida, impermeables y una interminable lista de características desarrolladas con tecnología puntera.
Al igual que ocurre con las botas, las marcas luchan por que los grandes guardametas luzcan sus guantes y hagan de reclamo publicitario.
Para gustos, los colores
Cuentan que Vicente Biurrun, mítico portero vasco de los 80, jugaba con unos guantes de lana que le hacía su abuela, aunque no hay imagen que certifique tal información.
Otro caso muy llamativo es el del neerlandés Jan Jongbloed, inolvidable portero de “La Naranja Mecánica”, de quien se decía que era el pero jugador de aquella selección e incluso que de haber tenido otro portero tendrían al menos un Mundial en las vitrinas.
Se decía que era convocado por ser amigo de Cruyff, pero había otra razón que parece tener mayor peso para su presencia, era muy bueno con los pies.
A diferencia de lo que sucede en el fútbol actual, los porteros no sabían usar los pies, es más pocos centrales tenían la capacidad de sacar el balón jugado desde atrás.
En una selección que practicaba el fútbol total y que se fundamentaba en el buen trato del balón, los metros a la espalda de la defensa eran muchos y el juego empezaba desde la portería.
Quizá porque era un futbolista bajo palos, más que un portero, ha pasado a la historia por jugar sin guantes en una época en la que todos ya empezaban a llevarlos.
Más cerca quedan los míticos guantes de cuatro dedos que Iker Casillas empezó a utilizar en 2006. Tras sufrir varias luxaciones en un dedo de la mano izquierda comenzó a jugar con los dedos anular y corazón unidos con esparadrapo como medida de protección.
Su marca habitual confeccionó desde entonces los pares de guantes de “El Santo” con 4 dedos en el izquierdo y 5 en el derecho.
Casillas fue el primero, pero no el único, esta misma estrategia la ha llevado a la práctica Manuel Neuer, aunque uniendo índice y corazón de la mano derecha.
En este caso habrá que cambiar el refrán porque gato con guantes, si caza balones…