El duelo entre Argentina e Inglaterra en el Estadio Azteca el 22 de junio de 1986 es uno de los más recordados en la historia de la Copa del Mundo.
Un partido que trascendió la rivalidad futbolística y se disputó en un clima de alta tensión por la reciente guerra de las Malvinas, en la que se habían enfrentado ambas naciones.
Además en aquel encuentro asistimos a dos de los goles más célebres que se han marcado en el torneo en un plazo de cuatro minutos. Del 51’ al 55’. Ambos anotados por Diego Armando Maradona. “La mano de Dios” y “El gol del siglo”, en el que el astro de la albiceleste dejó atrás a Peter Beardsley, Peter Reid, Terry Butcher, Terry Fenwick y al portero Peter Shilton.
Pese a que Gary Lineker recortó distancias en el tramo final, Argentina logró llegar a las semifinales del torneo 56 años después de conseguirlo en la primera edición en la que fue subcampeona tras caer con Uruguay en la final.
Cuestión de peso
En la fase de grupos ante Corea del Sur, Italia y Bulgaria la albiceleste utilizó su primera equipación. Bilardo pidió que fueran especialmente transpirables, dado que la altitud y el calor serían dos aspectos fundamentales en aquel torneo.
La similitud de colores con los uruguayos en el partido de octavos hizo que utilizasen la segunda, completamente azul y que carecía de la tecnología de la primera equipación.
Dicha zamarra era más pesada de los normal, no transpiraba bien y como pudo verse en el duelo entre vecinos en el Estadio Cuauhtémoc de Puebla, provocaba una alta sudoración mermando el rendimiento de los jugadores argentinos.
Carlos Salvador Bilardo, siempre atento a todo, al enterarse que debían utilizar dicha camiseta en el trascendental choque ante Inglaterra, pidió a los utileros que le llevasen las camisetas.
Tijera en mano el técnico se dispuso a remediar el problema, pero no hizo más que destrozar las camisetas. Argentina solo tenía un juego de cada color. Tenían un serio problema. Menos de 48 horas para el duelo y sin camisetas.
Solución de urgencia
Varios trabajadores de la AFA tuvieron que recorrer a toda prisa Ciudad de México en busca de unas camisetas de la marca Le Coq Sportif y preferiblemente menos pesadas que las originales.
Tras adquirirlas en una tienda Club América envió a sus costureras para que sobre ellas remendasen a contrarreloj el escudo argentino y los dorsales brillantes de fútbol americano que habían encontrado.
Al ver la “camiseta Frankenstein” Bilardo se negó a utilizarlas, sin embargo tras una consulta al “10” cambió de opinión al comprobar que la nueva zamarra era del agrado de Diego.
Así es como de forma fortuita y con una camiseta llena de remiendos Argentina jugó ante Inglaterra uno de los partidos más célebres en la historia de la Copa del Mundo. A veces la intrahistoria de las grandes hazañas está rodeada de circunstancias de lo más mundanas.