En la temporada 1977-1978 el Rayo Vallecano debutó en Primera División, categoría que alcanzó por primera vez tras quedar terceros en Segunda División el curso anterior.
Mantuvieron la columna vertebral del equipo y con algunas incorporaciones los debutantes se convirtieron en el equipo revelación del fútbol español, ganándose a pulso el apodo de «Matagigantes».
Los franjirrojos dieron la sorpresa venciendo entre otros grandes del fútbol español a FC Barcelona, Atlético de Madrid y Real Madrid.
Por si a alguien se le escapa, los colchoneros eran vigente campeones de Liga y finalistas de la Copa de Europa tres años antes, mientras que al Barça lo entrenaba Rinus Michels y tenía sobre el césped al legendario Johan Cruyff.
Se puede morir de éxito
Los béticos eran vigentes campeones de Copa del Rey y por tanto participante español en la Recopa de Europa, experiencia que no digirieron demasiado bien debido a la exigencia de tener que disputar tres competiciones.
En Copa del Rey cayeron en cuartos de final, allá por el mes de febrero. En la misma ronda, pero a mediados de marzo, fueron apeados de la Recopa por el Dinamo de Moscú, aunque en su primera participación europea se dieron el gustazo de llevarse por delante al AC Milan.
En Liga no empezaron del todo mal, pero se fueron desinflando según avanzaba el campeonato y en el ecuador de la temporada rondaban la zona roja de la clasificación.
A falta de tres jornadas para el final el Rayo Vallecano, con la permanencia encaminada visitó el Benito Villamarín, que necesitaban imperiosamente la victoria para ahuyentar a los fantasmas del descenso.
Cuando el río suena…
Días antes del encuentro se especuló con las supuestas primas a los vallecanos por parte del Racing de Santander y Espanyol, también en situación comprometida.
El partido se disputó el 23 de abril y los nervios de momento lo convirtieron en un espectáculo tedioso, trabado y muy poco vistoso en el que los locales se llevaron el gato al agua gracias a un testarazo del uruguayo Cabezas a centro de Bizcocho.
Sin una victoria del supuestamente primado por terceros, los nubarrones de sospecha se disiparon rápidamente, pero por poco tiempo.
La semana siguiente Marcelino Gil, por entonces presidente del Rayo Vallecano denunció ante la LFP un intento de compra del partido en cuestión por parte de los verdiblancos.
Supuestamente los franjirrojos recibirían 45.000 por la victoria en Sevilla, cuantía incrementada hasta 275.000 por la aportación de Racing y Espanyol.
La prima total para toda la expedición rayista, entre lo aportado por el propio club y la de los interesados, ascendía a 6 millones de las antiguas pesetas.
Los días posteriores fueron citados a declarar en la sede de la Liga losjugadores de ambos equipos que fueron esclareciendo lo sucedido.
Al parecer horas antes del partido, el delantero franjirrojo Rial llamó desde el hotel al bético Sabaté ofreciéndole dejarse perder si igualaban esos 6 millones. Ambos futbolistas eran miembros destacados de una AFE aun en pañales.
Inicialmente los béticos habrían rechazado la oferta, pero al descanso el marcador no se había movido, un botín muy exiguo en la lucha por la permanencia del Betis.
El verdiblanco Anzarda, ex compañero del franjirrojo Fermín, contactó con él usando de enlace al utilero.
¿Victoria legal?
Los verdiblancos se habrían ofrecido a aceptar la oferta recibida en el hotel, igualando la prima de los rayistas. Fermín lo expuso en el vestuario y algunos pesos pesados, incluido el técnico Héctor Núñez, se negaron rotundamente. Este ultima había negociado la prima por ganar y sus emolumentos duplicaban los del resto de la expedición.
Supuestamente el Rayo rechazó la nueva oferta de «recompra» y salió a ganar en la segunda mitad, pero no deja de ser uno de tantos episodios similares que abundaron en el fútbol de la época, pero a diferencia de otros aquí se llegó a probar la ilegalidad y hubo un castigo.
No quedó demostrada la implicación de los clubes, aunque es evidente que los béticos no pensaban poner el dinero de su bolsillo y menos por un partido que aun no garantizaba la permanencia.
Los respectivos presidentes dimitieron. Por su parte, Rial y Anzarda fueron sancionados con ocho meses por su implicación en el intento de amaño.
A pesar de todo este lío el Rayo no cobró un duro y el Betis no pudo eludir el descenso pese a aquella victoria “legal”.