Por ejemplo, el libro de los agravios de los españoles tiene grabado a fuego el “atraco” de Al-Ghandour en el Mundial de 2002 o los dos “robos” frente a Italia. El primero en 1934, en la denominada “Batalla de Florencia” y 60 años después con el archiconocido codazo de Tassotti a Luis Enrique.
Los ingleses recuerdan amargamente “La mano de Dios”, mientras que Alemania echa en cara a los inventores del fútbol el gol fantasma de Hurst en la final de 1966. Solo algunos de los cientos de ejemplos que podemos encontrar desde la primera edición del torneo de selecciones más prestigioso.
La selección de fútbol de la Unión Soviética conserva un oscuro recuerdo de sus últimas apariciones en la Copa del Mundo entre 1982 y 1990, en las que para los amantes de las teorías de la conspiración fueron víctimas de la persecución occidental. Mientras que para otros no existe “mano negra” alguna y todo fue fruto de la casualidad.
¿Casualidad o premeditación?
Justo antes de la disolución de la URSS a comienzos de la década de 1990 sus ultimas apariciones en los Mundiales están cuando menos cargadas de polémica.
En España ’82 cayeron en el grupo junto a Brasil, Escocia y Nueva Zelanda. Se estrenaron en el torneo ante la por entonces tricampeona que se llevó el gato al agua en un durísimo partido.
Aquel duelo disputado en el Sánchez Pizjuán lo dirigió el español Lamo Castillo, protagonista aquel día cuando al cuarto de hora el pequeño delantero georgiano Shengelia fue derribado por Luizinho mientras se internaba en el área. Asombrosamente ni el colegiado, ni su asistente señalaron pena máxima.
En el 34′ Andriy Bal adelantó a los soviéticos tras un error de la zaga brasileña y a 15 para el final Sócrates puso la igualada con una genialidad
Con el partido empatado, Luizinho volvió a vestirse de villano al interceptar con la mano un centro al corazón del área, donde Blokhin esperaba solo para rematar
Una vez más el trencilla y su asistente cruzaron miradas pero ninguno de los dos señaló el clamoroso penalti. Para colmo el os soviéticos con el tiempo casi cumplido Shenghelia marcó el 1-2 que fue anulado por un dudoso fuera de juego y poco después Éder con un trallazo dio la victoria a los brasileños.
La sombra de la duda sobrevoló el Sánchez Pizjuán en cuyo palco estaba sentado el por entonces presidente de la FIFA, Joao Havelange, natural de Brasil. Pese al resultado los soviéticos se clasificaron para la segunda fase del torneo.
La interminable lista de agravios
Cuatro años después los soviéticos no salieron mucho mejor parados. «El Ejército Rojo» llegó como una de las favoritas al título, manteniendo la columna vertebral del Dinamo de Kiev, campeón de la Recopa de Europa unos meses antes.
El duelo de octavos entre la URSS y Bélgica fue uno de los más trepidantes en la historia del torneo Acabó 3-4 para los belgas y y de nuevo el árbitro tuvo mucho más protagonismo del deseado.
Belanov, adelantó a los soviéticos antes de la media hora y Scifo puso las tablas en claro fuera de juego poco después de la reanudación. La estrella ucraniana volvió a adelantar a los suyos en el 70′ y Ceulemans hizo de nuevo las tablas en otra polémica jugada.
Con varios jugadores belgas en fuera de juego, el línea Sánchez Arminio levantó el banderín antes de que Ceulemans disparase a puerta. Tras anotar lo bajó y el colegiado sueco Fredriksson (recuerden su nombre) tras dudar unos instantes le otorgó validez.
En la prorroga los belgas anotaron otros dos goles más, que el hat trick de Belanov no pudo contrarrestar.
No hay dos sin tres
En Italia ’90, la URSS quedó encuadrada en la primera fase con Camerún, Rumanía y la vigente campeona, Argentina.
Rumanos y cameruneses sorprendieron a soviéticos y argentinos en la jornada inaugural, dejando al borde del KO ambos.
La URSS de nuevo fue sacudida por el estamento arbitral al sancionarles como penalti una mano fuera del área de Vagiz Khidiyatullin. Lacatus no perdonó e hizo desde los once metros el definitivo 2-0 para los rumanos.
Los teóricos favoritos del grupo se vieron las caras en la segunda jornada obligados a ganar para mantener vivas sus esperanzas de pasar a la siguiente fase.
Y como no hay dos sin tres, en ese partido los peores presagios soviéticos se hicieron realidad.
En los primeros minutos del encuentro Maradona rememoró su mítica acción frente a los ingleses, pero esta vez para despejar el balón lejos de su portería, aún con 0-0- en el marcador.
Un viejo conocido, el sueco Fredriksson, se «tragó» el clamoroso penalti, convirtiéndose de nuevo en verdugo del «El Ejército Rojo»
El partido acabó 2-0 y con el la participación de la URSS en los Mundiales. La goleada a Camerún en la última jornada no les sirvió de nada.
Los hay que piensan que cada una de estas eliminaciones estuvo orquestada por quienes no querían una brillante participación del equipo soviético, para otros simplemente fueron fruto de la casualidad.