Durante los Juegos Olímpicos de Amberes, disputados en 1920, alcanzó la fama mundial defendiendo la meta de “La Furia” y entre los aficionados se popularizó el dicho: “1-0 y Zamora de portero”
A él se le atribuye la “Zamorana”, esa parada que se realiza con el codo y los brazos en jarra.
El primer gran ídolo
La magnitud de Ricardo Zamora estuvo a la altura de una estrella del rock actual. Fue el primer gran icono del fútbol español.
Tras la dramática eliminación de los españoles en la Copa el Mundo 1934, en la llamada «Batalla de Florencia», rindieron un homenaje a Zamora en España, por su magnífica actuación en el torneo.
Este primer homenaje consistió en un España vs Hungría y era un reconocimiento por el agravio sufrido frente a Italia, pero sobre todo frente ante el líder fascista Benito Mussolini.
El encuentro se disputó el 20 de diciembre de 1934 y terminó con un contundente 6-1 a favor de los locales.
Poco después, con el estallido de la Guerra Civil vivió uno de los peores episodios de su vida. Le dieron por muerto, estuvo en la cárcel, tuvo que exiliarse y su imagen fue utilizada y vilipendiada por ambos bandos, según sus intereses
Una deuda pendiente
El 27 de septiembre de 1967 la Federación Española cayó en la cuenta de que le debía mucho a Ricardo Zamora. A los 66 años, retirado incluso de los banquillos, España le rindió el merecido homenaje.
Pablo Porta fue el ideólogo de aquel formato a la altura de las grandes estrellas. Un España vs Resto del Mundo, un combinado de estrellas que aglutinó los mejores jugadores del momento.
En algunos sectores, se dijo que además serviría de preparación para el Checoslovaquia vs España de un mes después, previo a la Eurocopa de 1968, en la que debían defender su corona de campeones.
Acudieron muchos y muy buenos jugadores, en su mayoría convencidos por el propio Zamora, que hizo de embajador en su propio homenaje y recorrió medio mundo invitando personalmente a los participantes.
Solo al alcance de unos pocos
De la vecina Portugal viajaron Coluna y Eusebio, ambos del Benfica. En Inglaterra reclutó a Ure del Arsenal y a Cooke y Bonetti del Chelsea. Pero donde más «pescó» fue en Italia. Desde el país transalpino llegaron los entrenadores de AC Milan e Inter de Milán, Nereo Rocco y Helenio Herrera.
Los rossoneri aportaron a Schnellinger, Hamrin y a Gianni Rivera. y de sus vecinos nerazzurri, el mejor equipo del momento, se sumaron Mazzola, Burgnich, Sarti y Corso.
En representación española estuvieron Waldo del Valencia, el culé Benítez y Goyvaerts por el Elche.
Entre las ausencias dos de los más grandes del momento, Bobby Charlton y Pelé.
España formó con ¨Chopo” Iribar, Sanchís (padre), De Felipe, Gallego, Reija, Glaría, Adelardo, José Ufarte, Grosso, Marcelino y José María. Faltaron por lesión dos de las grandes figuras del fútbol patrio en la época, Pirri y Amancio.
No hay mal que por bien no venga
El combinado del Resto del mundo se impuso por un contundente 3-0, además dieron la sensación de haber jugado toda la vida juntos. Marcaron Mazzola, Eusebio y Goyvaerts a pocos minutos para el final.
A pesar de la gran fiesta y el espectáculo al poder ver tanto talento reunido en un mismo terreno de juego, el resulto dejó cierto malestar entre los hinchas españoles.
Los locales recibieron pitos y quedaron como una selección menor. Venían de levantar la Eurocopa del 64 y de ahí quizá la decepción por las altas expectativas generadas.
El combinado del Resto del Mundo recibió una atronadora ovación tanto por su juego como por su participación en el homenaje a Zamora.
Al fin y al cabo lo importante de aquel partido era reconocer como es debido a uno de los grandes iconos del fútbol. Poco más de una década después, en 1978, falleció el mítico portero barcelonés, para muchos el mejor guardameta español de la historia.