El conjunto culé hizo triplete, Supercopa de España, Recopa de Europa y Copa del Rey. El Fenómeno, además de ganar la Bota de Oro, logró 34 goles en la Liga española, empatando con el mítico Telmo Zarra y a solo 4 goles del registro más elevado en una temporada hasta ese momento, conseguido por Hugo Sánchez en la 89-90.
A esto se le sumaba la Copa del Mundo de 1994 (aunque no jugó un solo minuto en el torneo) y la Copa América de 1997 en la que cuajó una gran actuación.

En el corazón de los «nerazzurri«
Tras este espectacular bagaje y, para desesperación de la hinchada azulgrana, tras las constantes disputas del crack con la directiva, el Inter de Milán se hizo con los servicios de Ronaldo Nazario por casi 5.000 millones de las antiguas pesetas.
Su único título con los “nerazzurri” lo ganó durante la primera temporada en Italia, la Copa de la UEFA 97-98. Después vinieron las lesiones de rodilla. El descenso a los infiernos y su portentosa “resurrección” en la Copa del Mundo de 2002.

Si hay un partido que resuma a la perfección todas sus cualidades y que le valió el apodo de “El Fenómeno”, fue el disputado el 6 de mayo de 1998 en el Parque de los Príncipes.
A su llegada al país transalpino, dos reputados zagueros como Paolo Maldini y Fabio Cannavaro aseguraron que su presencia era atemorizante para cualquier defensa.
Jorge Valdano fue un poco más allá en su definición:

Dos potencias frente a frente
Aquella fue la primera final de la Copa de la UEFA a partido único y los interistas pudieron resarcirse de la derrota un año atrás ante el Schalke 04. Y de que manera.
El rival no era peccata minuta. El SS Lazio, entrenado por Sven-Goran Eriksson, con jugadores de la talla de Nedved, Mancini o Jugovic.
Atrás tenía un auténtico muro defensivo formado por Negro, Nesta, Grandoni y Favalli. Un equipo que un año después ganaría la última edición de la Recopa de Europa ante el RCD Mallorca.

Todo eso a Ronaldo le dio igual. Estaba de dulce. En modo imparable. Una auténtica apisonadora.
En su camino hacia la final el Inter tuvo bastantes problemas en las eliminatorias frente a Olympique de Lyon y Racing Estrasburgo, teniendo que remontar tras caer en el partido de ida.
En la ronda de cuartos final vengaron su derrota un año antes ante el Schalke O4 y en semifinales los “nerazzurri” doblegaron al Spartak de Moscú en ambos encuentros.

Por su parte el SS Lazio, hizo un torneo casi inmaculado. No perdieron ningún encuentro y tan solo encajaron 3 goles en las eliminatorias. Por el camino dejaron a Vitoria de Guimaraes, Rotor Volgogrado, Rapid de Viena, AJ Auxerre y Atlético de Madrid.
Inter y Lazio se citaban en París para la cuarta final italiana del torneo. Tras las disputadas entre Juventus e Inter frente al AS Roma en la 89-90 y 90-91 respectivamente y, Parma FC contra Juventus en la 93-94.

Manual de contraataque
Los interistas diseñaron un guión de partido que empezó a cumplirse bien pronto. En el minuto 5 Simeone filtró un balón entre la defensa “laziale” y Zamorano batió con el exterior a Marchegiani.
Los “nerazzurri” se echaron varios metros atrás y cedieron el balón al rival. Los mediocentros interistas perseguían por todo el campo a los creadores de juego del SS Lazio, Nedved y Fuser.
De este modo, pese a tener el balón apenas lograban crear peligro. En cuanto el Inter contaba con los espacios necesarios para montar rápidos contragolpes con Djorkaeff, Ronaldo y Zamorano. Era el partido que el Inter quería.

Y Ronaldo a lo suyo. Ni una sola de las cabriolas y regates eran meros adornos. Todos ellos recursos para sacar ventaja al rival. Su intención no era mofarse, simplemente quería machar al contrario.
Las ocasiones interistas se sucedían y al borde del descanso el delantero carioca estuvo a punto de subir el 2-0 al marcador con un tremendo trallazo impactó en el larguero.

Tras la reanudación el encuentro siguió la misma línea. Los “laziale” se volcaron sobre el área rival. En una contra Zamorano estrelló un balón en el palo y en el 60′, precisamente tras una dejada del chileno de cabeza, Zanetti conectó un disparó que se coló por la escuadra.
10 minutos más tarde Ronaldo pondría la guinda del pastel a su colosal actuación. Aprovechó un balón en profundidad para escaparse en velocidad ,driblar con una bicicleta al portero y subir el definitivo 3-0 al marcador. Samba en el Parque de los Príncipes.
¿Quién frena a «El Fenómeno»?
Ronaldo Nazario dejó goles, regates y jugadas para llenar una hemeroteca, pero posiblemente aquella final fue una de las mejores actuaciones de su carrera e incluso de la historia del fútbol.
Un par de meses más tarde Francia acogía la Copa el Mundo. “El Fenómeno” con sus goles ayudó a la “verdeamarela” a llegar hasta su segunda final consecutiva.
Una extraña dolencia el día antes de enfrentarse a la anfitriona puso en duda su presencia en el encuentro. Jugó, pero mermado. «El Fenómeno» vivió en la ciudad del amor uno de sus momentos más dulces y uno de los más amargos en apenas dos meses.
Un año más tarde sufriría la primera lesión de rodilla en un partido contra el US Lecce. En abril de 2000 reaparecía en la final de la Copa de Italia, precisamente frente al SS Lazio.

A los 58 minutos se rompió el tendón rotuliano de la misma rodilla. El Estadio Olímpico de Roma enmudeció.
No quiso dejarlo y dos años más tarde resurgió como el Ave Fénix. Llevó al pentacampeonato a Brasil y pese a estar mermado se hinchó a marcar goles en el Real Madrid (104 en 177 partidos).
«El Fenómeno» ya no era el mismo, perdió velocidad, potencia y resistencia, pero ni una pizca de la inmensa calidad que tenía en sus pies. Tuvo un gran carrera pero ¿Se imaginan lo que habría sido sin las malditas lesiones?
