Lo más habitual es “prestar” futbolistas a equipos de menor categoría, aunque no siempre necesariamente es así.
En los contratos se han ido imponiendo todo tipo de cláusulas, desde cuestiones sobre cómo pagar el salario del jugador; a medias, íntegramente el club de origen o en el que juega.
Algo muy habitual es incluir cláusulas que reconocen una opción de compra sobre los derechos del jugador, o incluso de “obligatoriedad” del traspaso una vez concluida la cesión.
Sed de venganza
Es algo así como probar a un jugador, cosa que ha ido desapareciendo del panorama profesional, con el excepcional caso de la Federación Escocesa, que sigue reconociendo la opción de tener a jugadores a prueba, incluso sin salario, pudiendo hasta disputar partidos oficiales.
Desde el punto de vista de los equipos receptores es una buena oportunidad para poder disfrutar de buenos jugadores sin asumir su coste, normalmente fuera de sus posibilidades.
Esto provoca situaciones un tanto surrealistas, donde un jugador perteneciente a un club, que incluso le paga, viste la camiseta de otro, como ocurrió sin ir más lejos en la temporada 2020-2021 con Luis Suárez, máximo goleador del Atlético de Madrid y cobrando del FC Barcelona.
Imaginad la cara de los directivos de cualquier club al que un jugador suyo acaba perjudicando directamente.
Esta circunstancia es más habitual de lo que parece, sobre todo en cesiones entre equipos de la misma Liga, pero también en competiciones internacionales.
Seguramente uno de los grandes damnificados por esta variante del “fuego amigo” ha sido el Real Madrid.
El primero en marcar y arruinar la tarde a los merengues fue Munitis, cedido en el Racing de Santander. Le siguió Morientes, que con sus dos goles apeó al Real Madrid de “Los Galácticos” de la Copa de Europa en la 2003-2004.
Algo diferente caso de Eto’o. Jugando con el Mallorca, que solo poseía el 50% de sus derechos, sentenció al Real Madrid en la victoria 1-5 de los bermellones en el Santiago Bernabéu.
Si los dos anteriores celebraron con rabia sus goles, el camerunés mirando al palco señalaba el césped gritando “Yo, aquí”. Su reivindicación no tuvo el efecto esperado y fue traspasado al eterno rival al final de esa temporada.
Estos son unos algunos casos más sonados y que se consideran el origen de la “cláusula del miedo” en el Real Madrid.
Es mejor no morder la mano que te da de comer
Desde ese momento a cada jugador cedido por Real Madrid se le incluía la «cláusula del miedo» por la que no podía ser alineado frente al club propietario.
Esta costumbre ha sido regulada por FIFA y UEFA, estando “prohibida” para competiciones continentales, pero sin vigencia en los torneos domésticos.
En el caso de España se terminó legislando y, desde entonces no se puede prohibir a los cedidos que jueguen contra el club de origen, pero se suele evitar imponiendo un pago por ello.
De facto la «cláusula del miedo» sigue vigente, ya que, rara vez el club modesto asume el alto coste por alinear a un jugador contra un poderoso, que además no interpreta como rival directo.
Por otra parte empeorar las relaciones con el club grande puede dificultar futuras cesiones, tan necesarias para la supervivencia de los más humildes
Otro caso muy sonado fue el triunfo de la UD Salamanca frente al Athletic Club en la 1998-1999. Los charros se impusieron por 2-1 y los goles fueron obra de Edu Alonso y Sergio Corino, ambos decididos por el club bilbaíno.
Esto popularizó la inclusión de «cláusula del miedo» en las siguientes cesiones de los vizcaínos.
Curioso es el caso de Yangel Herrera, que siendo propiedad del Manchester City tenía una cláusula para no enfrentarse al Girona (del que el club citizen era propietario) durante su cesión a la SD Huesca.
En el caso del Real Madrid, la situación se ha ido normalizando, con la desaparición paulatina de dicha restricción.
En los últimos tiempos, James Rodríguez, Odegaard, Reguilón, Óscar o Kubo no han padecido la «cláusula del miedo» y pudieron ser alineados con total libertad frente al club que posee sus derechos.