Julio César Romero “Romerito” es una de las incorporaciones más singulares en la historia del conjunto culé.
Durante la primavera de 1988 aterrizó en la Ciudad Condal el técnico holandés para intentar reconducir una nave que había perdido el rumbo. Con mil frentes abiertos e inmersos en una crisis deportiva e institucional.
Poco antes habían ganado la Copa del Rey, pero la fractura entre plantilla y directiva llegó a su punto más álgido en el conocido como Motín del Hesperia.
En plena transición
Los múltiples damnificados por aquel motín, entre ellos el entrenador Luis Aragonés, allanaron el camino de la renovación de la plantilla a Cruyff. Hasta 14 futbolistas abandonaron la nave azulgrana y otros 7 no regresaron de sus cesiones.
Tan solo unos pocos pesos pesados como Lobo Carrasco, Roberto, Gary Lineker o el capitán Alexanko permanecieron en el equipo.
Durante su corta estancia en Barcelona, curiosamente Romerito durmió en el Hotel Hesperia, allí donde se había escenificado el cisma culé apenas un año atrás.
Por la teoría de los vasos comunicantes, cuando hay vacas flacas en Can Barça los merengues están en alza y viceversa.
Aquel equipo titubeante en sus inicios pondría los cimientos del “Dream Team”, pero le costó empezar a carburar y además tenía enfrente un contrincante que arrasaba en España. La Quinta del Buitre llevaba tres Ligas consecutivas e iba camino de la cuarta.
Habían llegado 11 caras nuevas con la intención de arrebatarle la hegemonía a su eterno rival. En la jornada 27 los blancos visitaban el Camp Nou con 4 puntos de ventaja sobre los azulgrana.
Fichado para El Clásico
La victoria local podía apretar mucho el campeonato. Cruyff que estaba sufriendo más de lo esperado en su primer año en el banquillo culé recibió una pésima noticia a escasas semanas del trascendental Clásico. Bakero se perdía el resto de la temporada.
Para suplir su baja sonaron nombres como Brian Laudrup o Enzo Francescoli, pero quien llegó fue un desconocido para el público español, Romerito.
Curiosamente Cruyff durante su etapa en los Washington Diplomats jugó un encuentro frente a Romerito, ya que, el futbolista paraguayo tras debutar en el Sportivo Luqueño vistió la camiseta del New York Cosmos durante tres años.
Tras ese periplo en los “Globetrotters del fútbol” fichó por el Fluminense, donde le recibieron con reticencias, pero terminó metiéndose a la afición en el bolsillo, conquistando dos Campeonatos Carioca, un Brasileirao y siendo máximo goleador del torneo dos veces.
Además en Paraguay, Romerito era un auténtico icono, que había formado parte de la selección que conquistó la segunda Copa América para los guaraníes en 1979
Los culés pagaron 40 millones de las antiguas pesetas para hacerse con los servicios de este centrocampista ofensivo. El dinero llegó como agua de mayo a las maltrechas arcas del conjunto carioca.
Con apenas un entrenamiento en Barcelona, prácticamente sin dormir por el jet lag y arrastrando una lesión que le había mantenido en el dique seco varios meses, Romerito entró en la convocatoria para El Clásico.
El por entonces archienemigo de Cruyff, Leo Beenhakker, inquilino del banquillo blanco fue tajante sobre la nueva incorporación blaugrana: «Ni como, ni duermo»
Gafado
El encuentro terminó sin goles y Romerito falló las dos ocasiones más claras. En las siguientes jornadas su presencia en el “11” fue sinónimo de no ver puerta para los azulgrana.
A las tablas con el Real Madrid le siguieron sendos empates a nada con Real Zaragoza y Real Valladolid. La Liga se teñía de blanco y la prensa le colgaba el Sambenito. Romerito era gafe.
El paraguayo se lesionó y Gary Lineker recuperó su puesto en el equipo. Ese día el Barça venció 7-1 al Real Oviedo.
Si inicialmente la prensa catalana le había bautizado como Romerito Superstar, ahora propios y extraños utilizaban aquel titular a modo de sorna.
Los directivos empezaban a cuestionar el ilusionante proyecto de Cruyff. Aún más cuando cayeron eliminados de la Copa tras un 4-0 en el Vicente Calderón y la Liga tomó rumbo a Chamartín.
La tabla de salvación aquel año fue la Recopa de Europa. Competición en la que no pudo ser inscrito Romerito.
Los culés levantaron su tercer trofeo tras vencer a la Sampdoria en Berna. Al menos pudieron desterrar los fantasmas de la “final de los postes cuadrados” disputada también en el Wankdorfstadion 28 años atrás
Romerito fue perdiendo protagonismo y se convirtió en una sustitución recurrente. Como blaugrana disputó 7 encuentros y logró su único tanto en la última jornada para abrir la goleada frente al CD Málaga.
Romerito, un fichaje efímero
Pese a la poca trascendencia del choque, con todo decidido en el campeonato, el gol fue muy celebrado por la grada del Camp Nou. Los compañeros abrazaron efusivamente a Romerito. No obstante, los que compartieron vestuario con él coinciden en que es un gran tipo.
Apenas tres meses después de su llegada abandonó la nave azulgrana. Había un cupo de extranjeros en la plantilla y las incorporaciones de Michael Laudrup y Ronald Koeman le cerraban la puerta.
Romerito siguió sumando adeptos en su país y una década después cumplió su promesa de retirarse en el Sportivo Luqueño.
El Barça por su parte puso rumbo a una de las etapas más gloriosas de su historia.
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