La crisis institucional que vive el F.C Barcelona en la actualidad no es ni mucho menos la primera de su historia, ni la más profunda y, lo más probable es que dentro de unos años sólo sea recordada si el desenlace es satisfactorio.
Al comienzo del verano de 1988 el club se encontraba inmerso en la que posiblemente sea la crisis institucional más honda que se ha vivido en Can Barça.
La Quinta del Buitre arrasaba en Liga desde hacía varios años, mientras que en Barcelona eran años de vacas flacas, por aquello de la teoría de los vasos comunicantes.
Para colmo el «Motín del Hesperia» había provocado una ruptura total entre la directiva presidida por José Luis Núñez y el vestuario. Incluso el entrenador, Luis Aragonés, se había posicionado del lado de los jugadores.
Con la vista puesta en las futuras elecciones y en medio de la peor crisis deportiva e institucional que se recuerda en la Ciudad Condal Núñez decidió pasar a la acción.
Su primera medida fue firmar a la ex estrella culé Johan Cruyff para liderar el nuevo proyecto desde el banquillo.
Venganza presidencial
Como era de esperar la afrenta cometida por los futbolistas no iba a caer en saco roto. Las vacas sagradas y, las no tan sagradas, fueron enfilando la puerta de la salida del Camp Nou.
Hasta 13 jugadores abandonaron la disciplina culé, hombres como Gerardo, Moratalla, Calderé, Clos, Pedraza, López López, Manolo, Archibald o Amarilla fueron «colocados» distintos equipos sin dejar una peseta en las arcas del club.
Algo más dolorosa fue la fuga de Bernd Schuster al eterno rival. Su mala relación con el presidente era pública y notoria desde hacia varios años.
Víctor Muñoz pretendía salir gratis, a través de otro club, para terminar en la UC Sampdoria, pero sí percibieron una pequeña cantidad de dinero por su traspaso.
Algunos como Urruti o Rexach colgaron las botas, aunque este último pasó a formar parte del cuerpo técnico de Cruyff.
Entre los que se quedaron pese a su relevante papel dentro del conflicto destacan Alexanko y Migueli, éste ya en el ocaso de su carrera, era toda una leyenda del club que se quedó hasta colgar las botas un par de temporadas después. Eso sí, con una participación mucho menos destacada que temporadas atrás
El caso de Alexanco fue especial, ya que, por petición expresa de Cruyff el club tuvo que blanquear su imagen para poder seguir contando con él, ya que, él fue el ideólogo del dichoso motín.
Gary Lineker se quedó, pero no tuvo participación alguna en aquella revuelta de los jugador. Podría decirse que la cosa no iba con el inglés.
En lo que a las llegadas se refiere, aquel fin de ciclo provocó una autentica revolución. El club invirtió casi 3.000 millones de las antiguas pesetas. Recordad que la presidencia de Nuñez estaba en juego.
La extraordinaria temporada anterior de sus vecinos «pericos», alcanzando la final de la UEFA, puso el foco sobre varios jugadores blanquiazules.
Revolución total
Del RCD Espanyol ficharon a Miquel Soler y a Ernesto Valverde, por 400 y 200 millones de pesetas respectivamente.
La Real Sociedad, que el año anterior había sido su rival en la final de Copa vendió al Barça a a Jose Mari Bakero y «Txiki» Beguiristain por unos 300 millones cada uno y López Rekarte por una cantidad cercana a los 150 millones.
Más que curiosa fue la contratación de Manolo Ruiz Hierro por 125 millones, procedente del Real Valladolid. En ese momento los dos hermanos jugaban en el club de Pucela, pero se decía que “el bueno” era Manolo.
De CA Osasuna contrataron al guardameta Unzué por otros 150 millones y, del Atlético de Madrid «pescaron» a Eusebio Sacristán y Julio Salinas. Del Sevilla FC contrataron a cambio de 170 millones de pesetas al zaguero Serna.
El club también peinó el mercado internacional y así llegaron el carioca Aloisio y en el mercado invernal el delantero paraguayo lo que se tradujo en la contratación del centrocampista paraguayo Romerito.
Llama la atención la fuerte presencia de jugadores vascos, muy de moda en aquella época tras las grandes temporadas de Athletic Club y Real Sociedad a comienzos de los 80.
Antes de la llegada de Cruyff tuvieron en el punto de mira a Javier Clemente, del que se dice llegó a recomendar a Núñez la contratación de varios jugadores. Como se dice…. de aquellos polvos vienen estos lodos.
Junto a las llegadas surge la irrupción de algunos jugadores del filial, como Guillermo Amor o Luís Milla, que a pesar de su juventud dieron un gran rendimiento al club.
Del fin de ciclo…. al Dream Team
Cruyff introdujo el concepto de fútbol total holandés en el Barcelona. Un estilo vistoso y ofensivo que propiciaba los resultados amplios, donde se prefería ganar 4-3 que 1-0.
Para ello se valió del 3-4-3, un sistema totalmente desconocido hasta la fecha por lo menos en la Liga española y, que solía requerir de un portero con gran habilidad con los pies, algo muy inusual en aquellos tiempos.
Esa fue la primera piedra del «Dream Team«. Los éxitos no fueron inmediatos, pero fue el comienzo de una senda que solo tenía un camino, la gloria.
En la 88-89 conquistaron la tercera Recopa para el club y, tres años más tarde el Olimpo de los clubes al alzarse con su primera copa de Europa.
Cruyff convirtió al FC Barcelona en un club ganador. Cambió aquella mentalidad de equipo pequeño y acomplejado frente al eterno rival. Desterró la mala costumbre de levantar un título cada lustro y salvar la temporada con vencer a los blancos.
En resumidas cuentas, le inoculó el gen ganador… De aquel doloroso fin de ciclo nació el «Dream Team«, uno de los mejores equipos de todos los tiempos.